LA ALIMENTACIÓN EN LA ONCOLOGIA

Representa la base del tratamiento contra el cáncer y de casi todas las enfermedades. Para ello valoramos en primera línea la no existencia de alergias/intolerancias alimentarias. Si estas existen suponen un gran hándicap en cualquier tratamiento que dificulta mucho la eficacia del resto de medidas. Por ello siempre procuramos individualizar la dieta en función de las enfermedades. En lo que al cáncer se refiere desde hace años hemos venido usando cada vez más las dietas pobres en carbohidratos –cetogénicas- con la finalidad de impedir la llegada de energía a las células tumorales.

LA DIETA CETOGÉNICA

Las células pueden obtener su energía por dos rutas metabólicas: la anaeróbica, para la cual no precisa la presencia de oxigeno (O2) con un rendimiento energético muy pobre: 2 ATP más Ac. Láctico, el cual volverá a ser expulsado al exterior de la célula, acidificará en medio peritumoral y volverá a la sangre para dirigirse al hígado y allí producir de nuevo glucosa (Ciclo de Cori) o gluconeogénesis. La otra ruta la representa la aeróbica, con O2, la cual se realiza gracias a las mitocondrias y produce una gran cantidad de energía 36 ATP + CO2 + H2O (Ciclo de Krebs).

El premio Nobel O. Warburg presentó un trabajo en el creyó poder demostrar que la célula cancerosa, incluso en presencia de O2, prefería seguir usando la vía fermentativa. Pensó que el cáncer, por lo tanto, sería una alteración de la mitocondria. Hoy sabemos que esto no es del todo así y que hay razones por las cuales la célula cancerosa usa esta vía anaeróbica. Las principales son: no produce radicales libres, los cuales pueden atacar a la propia célula tumoral y por otro lado, gracias a la acidez que genera a su alrededor, las células inmunocompetentes no puedan atacar al tumor. ¡Dos trucos bien refinados!

La fermentación es una ruta normal en nuestro cuerpo, se presenta cuando en el esfuerzo el O2 escasea. Las conocidas agujetas no son otra cosa que la acción del Ac. Láctico. La ruta metabólica que usa el cuerpo para esta fermentación es la de Embden-Meyerhof mientras que, la fermentación de las células tumorales transcurre por una vía distinta, lo hace por la de la pentosa-fosfato. Ambas terminan en la producción de Ac Láctico + 2ATP.

Cuando el ser humano no dispone de carbohidratos, lo que no ha sido una excepción en la historia de la humanidad, ya que el hambre ha estado siempre presente a lo largo de nuestra evolución, se activa una ruta metabólica diferente: la NEOGLUCOGENESIS, que permite la obtención de energía desde las grasas y las proteínas. Esta ruta no la puede usar el cáncer para obtener su energía, por ello, mientras el resto del cuerpo puede alimentarse –incluso los órganos que como el cerebro, glóbulos rojos o suprarrenales – precisan de azúcares, el tumor no puede hacerlo, lo que significa que su desarrollo está comprometido y si en ese momento recibe tratamiento antitumoral, las posibilidades de disponer energía que le permita recuperarse del daño producido por el tratamiento, es mucho menor y por ello las resistencias a los tratameintos también disminuyen.

Los efectos beneficiosos de la dieta cetogénica se pudieron demostrar ya en el año 1929 en un estudio publicado: Lieb, CW. The effects on human beeings of a twelve months´exclusive meat diet. JAMA 1929;93(1):20-22 en donde no sólo se vio que dicho tratamiento no significaba ningún riesgo para la salud sino que incluso otras muchas patologías como: colesterol, diabetes o artritis mejoraron de manera significativa.

La activación de la neoglucogénesis termina por producir cuerpos cetónicos los cuales serán usados como fuente de energía por todo el cuerpo, excepto por el cáncer que, no suele disponer de los enzimas precisos para ello. Los cuerpos cetónicos al no poderse almacenar, no permiten que tengamos grandes cantidades de energía a nuestra disposición y además no provocan un incremento de la insulina, hormona importante que favorece el crecimiento del tumor.

La célula tumoral produce Ac. Láctico, que expulsa al exterior y acidifica el medio. Ese Ac. Láctico será transportado al hígado para que allí se transforme en glucosa, pero a costa de un gran gasto energético. Por eso, el hígado, tenderá a buscar otras formas de energía, las proteínas, de las cuales produce glucosa pero, a costa de la masa muscular de los pacientes los cuales adelgazan ¡para alimentar al tumor! La adición de dietas con altos contenidos en azúcares en pacientes que pierden peso, servirán como un excelente alimento… ¡para el tumor¡ Cambiar a una dieta con algo de proteínas y Ac. Grasos adecuados, es la única manera de combatir la caquexia tumoral.

La conocida acidificación del organismo ha hecho que se propague la idea de las dietas “alcalinas” con la finalidad de neutralizar la acidez. Lamentablemente esto no funciona. La dieta alcalina provocará sólo una disminución temporal de la acidez pero ¡justo por eso¡ al no combatir el origen del problema, el metabolismo tumoral,  permitirá  producir aún más Ac. Láctico. Al neutralizar las bases el ácido procedente de la célula se produce una disminución del gradiente intra/extra-tumoral que facilitará incrementar la producción de ácidos. Por el contrario, la ingesta de productos con gran contenido en Ac. Láctico, los cuales no pueden ser usados por las células tumorales para obtener energía, pero sí por las sanas, producirá inmediatamente en el cuerpo una sal: el lactato, el cual actúa sobre el hígado evitando la acidificación del mismo al neutralizar el Ac. láctico que produce el tumor. Así actuamos sobre el origen del problema, ¡no sobre la causa¡ Los alimentos fermentados que contienen Ac. láctico o Ac. cítrico (limón) además, no elevan los niveles de insulina con su consumo.

La cantidad de carbohidratos que debemos tomar no es siempre la misma. Si nos encontramos en un tratamiento con quimio o radioterapia, unas cantidades diarias bajas serán fundamentales. Esta forma de alimentación no sólo no permite a la célula tumoral usar energía y con ello poderse reparar, sino que disminuye la capacidad de generar Ac. Láctico y con ello la posibilidad de generar ese escudo ácido a su alrededor que la hacen casi inasequible al sistema inmune pero además, ese hecho; la menor producción de Ac Láctico, produce una sensibilización del tumor a la quimio y a la radioterapia que es más insensible a mayor metabolismo anaeróbico. Por otro lado el gran depredador de azúcar es el cerebro. Ante situaciones de gran trabajo intelectual, esto debe tenerse en cuenta para valorar las cantidades a ingerir por día. El cerebro consume mucho más que los músculos

En la clínica dr Santos se le proporciona toda la información necesaria para este tipo de alimentación según sus necesidades y estado físico así como dietas para realizar.